El libro responde a la pregunta ¿quién es el hombre para que Dios tenga de
él memoria?, a través del análisis del testimonio místico de san Juan de la
Cruz. La filosofía que en él se desarrolla es antropología por su objeto;
fenomenología hermenéutica, por su método; mística, por el tipo de
conocimiento atendiendo al cual se pretende dilucidar el misterio de la
existencia. El capítulo I, incluye dos secciones. La primera comienza con la
exhibición del origen sobrenatural de la antropología mística sanjuanista.
Posteriormente, se explica que la fenomenología hermenéutica de la mística
tiene como tarea hacer comprensible la experiencia de Dios. La segunda
sección está dedicada al análisis fenomenológico-hermenéutico de la
estructura unitaria del hombre. El capítulo II propone que, mientras la
corporalidad es el fundamento de la mundanidad; la carnalidad es una
opción existencial. Asimismo, se muestra que, por la redención, el hombre
queda libre del pecado y participa en el misterio de la Encarnación. El
capítulo III hace patente que Dios es el principio trascendente-inmanente de
la existencia. Posteriormente, se explica que, además de ser imago Dei, el
hombre tiene por fin último la unión de semejanza amorosa con Cristo. A
continuación, se muestra que el deseo infinito de sentido finito es indicio de
la condición creatural. Finalmente, se concluye que el camino a la plenitud es
la contemplación.