Si buscamos modelos para nuestra oración, ciertamente no podemos encontrar uno más perfecto que el mismo Jesús. La oración cristiana ha de ser la oración de Cristo en nosotros y, para que esto sea una realidad, somos llamados a contemplar largamente a Jesús en oración, a fin de tener "los mismos sentimientos de Cristo Jesús", el Hijo de Dios que se hizo hermano nuestro.