El Estado ha crecido excesivamente a expensas del mercado, usurpando derechos y libertades de los ciudadanos, más allá no solo de lo económicamente conveniente, sino también de lo políticamente lícito y lo moralmente admisible.
Este libro no analiza al agresivo Estado comunista, sino el benévolo Estado democrático, que no comporta la aniquilación del mercado, sino que lo admite, aunque lo condiciona y limita en aras del emprendimiento de costosas políticas económicas, principalmente de carácter redistributivo. Las grandes líneas de la oposición entre Estado y mercado continúan siendo esencialmente las mismas, y sobre ellas he seguido trabajando hasta hoy.