Un sacerdote enamorado de sus sacerdocio, con unas dotes extraordinarias, católico de cabeza y de corazón: convencido totalmente de la universalidad de la Redención obrada por Jesucristo y capaz, por tanto, de sanar y elevar todos los logros de la mente humana. Sus meditaciones eran especiales (.) eran no solo muy cultas, sino muy profundas, muy sugerentes, muy dramáticas. Y estaban cuidadosamente elaboradas. El volumen que el lector tienen entre sus manos da buena prueba de lo dicho. La manera de presentar la ascética tradicional que D. Juan Bautista practicaba (.) resulta muchas veces sorprendente.