A la pregunta "¿Quién es mi prójimo?", Jesús no responde con una deducción a partir de principios elevados, sino que imagina la situación de un hombre que sufre y es incapaz ya de ayudarse a sí mismo, y con quien me encuentro en medio del camino. Este hombre sufriente es la interpretación de la voluntad concreta de Dios con respecto a mí. Sería equivocado entender el mensaje de la parábola en el sentido de un humanismo universal. La parábola ilustra el comportamiento de Jesús, que es manifestación del comportamiento de Dios.