MARTÍNEZ OLIVERAS, CARLOS (ED.)
Si hiciéramos una encuesta a distintos creyentes sobre
qué entienden ellos por santidad, probablemente
nos encontraríamos con respuestas muy dispares. En
cualquier caso, podríamos afirmar que, casi con toda
seguridad, todos ellos asociarían la santidad cristiana
con un ideal de plenitud. En esta palabra de «plenitud»,
la tradición ha visto siempre y ha intentado sintetizar lo
más genuino, valioso y sublime de la experiencia humana
y cristiana.
El papa Francisco, en su proyecto de reforma eclesial
y conversión misionera, ha querido ofrecer a toda
la Iglesia una exhortación apostólica sobre la santidad.
En medio de una sociedad que muchos definen como
consumista, egoísta y tecno-líquida, ¿cabe hablar de
«ser santo»?
El Papa está convencido de ello y ha querido poner
toda la fuerza en este documento. Y lo hace refiriéndose
a la santidad no en un mundo ideal o imaginario,
sino que se trata, como reza el subtítulo, de «una llamada
a la santidad en el mundo actual».