"A todos los jóvenes cristianos les escribo con cariño esta
Exhortación apostólica, es decir, una carta que recuerda algunas
convicciones de nuestra fe y que al mismo tiempo alienta a crecer en
la santidad y en el compromiso con la propia vocación. Pero puesto
que es un hito dentro de un camino sinodal, me dirijo al mismo
tiempo a todo el Pueblo de Dios, a sus pastores y a sus fieles,
porque la reflexión sobre los jóvenes y para los jóvenes nos convoca
y nos estimula a todos".