«Quiero expresar con dolor recuerda el papa Francisco que la peor
discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual. La
inmensa mayoría de los pobres tiene una especial apertura a la fe».
Los pobres piden y los pobres dan. Ellos enseñan mucho porque,
detrás de sus vidas azarosas y heridas, brilla el resplandor de Cristo que se
ha hecho pobre y ha venido a evangelizar a los pobres. Dios actúa más en
aquellos que le claman día y noche.
En estas páginas se nos anima a que crucemos el puente que nos puede
unir a los demás, a los que sentimos alejados, a los que nos cuesta tratar,
a los que nuestra sensibilidad rechaza, a los que nos parecen perdidos, a
los que no nos gustaría que nos metan en nuestra casa, a los que nos dan
lástima pero por los que no hacemos nada al pasar a su lado. El misterio del
otro nos espera, tan solo falta dar el primer paso.