A mediados del siglo VIII, los escandinavos entraron ruidosamente en la historia de Europa hasta aproximadamente mediados del siglo XI, ya fuera como piratas, comerciantes, conquistadores y colonizadores. El origen geográfico de los vikingos determinó su expansión territorial: los varegos suecos se dirigieron hacia el Este, los noruegos y los daneses hacia el Oeste y hacia el Sur. Su campo de acción fue inmenso. Pero las causas exactas del fenómeno vikingo todavía son objeto de variadas hipótesis. Aparecieron en las Islas Británicas y en el Imperio carolingio, y más tarde en las costas de la Península Ibérica y de África septentrional, pero también en Rusia, Constantinopla y hasta en el mar Caspio. En el Oeste, se hicieron con el control de los archipiélagos (islas Shetland, Orcadas, Hébridas) al norte y oeste de Escocia, con el de una gran parte de Inglaterra (el Danelaw) y establecieron cabezas de puente en Irlanda y en varios puntos del litoral del Imperio carolingio, fundando tanto el principado de Normandía como asentamientos en Bretaña y Aquitania que a punto estuvieron de seguir el ejemplo de Normand