La obra está tejida con diversos escritos ocasionales, retocados y ampliados. Pero, al quedar todos unidos por ese hilo conductor de la utopía, pueden leerse salteados, sin obligación de continuidad, eligiendo lo que en cada momento convenga más al lector, dejándola descansar y sin la preocupación de acabar toda la obra completa; aunque reteniendo esa melodía que, como en el bolero de Ravel, atraviesa toda la obra completa.