Nemain ha vivido entre hollín y servidumbre. Nunca ha pisado la hierba fresca del bosque ni ha hecho caso a las historias que cuentan los campesinos asustados. Ella no había visto nunca un elfo, hasta que el Rey Supremo de los feéricos decidió sacarla a bailar. Lo que parecía ser un golpe de suerte es el mayor terror de Nemain; Bres ha decidido convertirla en su esposa. Lejos de los humanos, despreciada en una corte que no la acepta y con un marido que solo la ha escogido por diversión, Nemain deberá enfrentarse a todos los engaños y trampas que preparan los elfos en su honor. Y es que ser una humana en la corte de los feéricos es más frágil que sus inusuales zapatos de cristal.