Todo trabajo honrado posee la misma dignidad. Lejos quedan los
servilismos, las castas, o la consideración -tan propia de otras
épocas- de los oficios manuales como inferiores a los intelectuales.
Pero todavía hoy necesitamos comprender mucho más el valor de
cualquier profesión que un hombre o una mujer pueda ejercer,
pues constituye una auténtica vocación humana y sobrenatural.
Dios mismo tiene mucho que decir en este sentido, pues
Jesucristo desempeñó un oficio manual en Nazaret durante largos
años. El autor desarrolla la espiritualidad del trabajo en san
Josemaría Escrivá, sirviéndose como hilo conductor de la homilía
Amar al mundo apasionadamente.