Tertuliano, nacido hacia 155 en Cartago, es el intelectual que, convertido a la fe
cristiana, emplea luego todos sus recursos mentales en servirla: la defiende
frente a los paganos, los judíos y los herejes gnósticos, la expone
pastoralmente a los fieles de la Iglesia, la profundiza y desarrolla en sus temas
fundamentales. A través de Ireneo llega a nuestro autor la llamada teología
asiática, que él modula con su estilo vigoroso y preciso. Deja, así, trazado el
cuadro mental en que se moverá la teología de Occidente, que aparece
siempre marcada por una cierta tendencia a lo existencial y práctico. En esta
obra, Tertuliano nos ofrece una vibrante polémica, en la que vierte, no sólo sus
abundantes habilidades retóricas, sino también su aguda comprensión de la fe
cristiana, lo que le lleva a hacer, a veces, planteamientos teológicos de gran
calado. Si en el actual diálogo ecuménico hay un marcado interés por la
conexión con las fuentes, esta obra puede resultar muy clarificadora, pues
plantea justamente esta cuestión fundamental: cómo llegar con toda pureza a
la revelación de Cristo.