¿Qué ocurre cuando tomamos el cuerpo como verdadero quicio de nuestra reflexión teológica, como el "lugar teológico" por excelencia, el sitio escogido por dios para revelarse en plenitud al hombre? ¿Qué forma de entender el mundo, la persona humana y Dios resulta de esta perspectiva? ¿Y cómo puede ssta visión orientar nuestros pasos en este momento cultural?