Nos mantenemos serenos cuando conservamos la calma en medio
de la dificultad. ¿Cómo adquirir esa capacidad, cuando a diario
nos asaltan urgencias e imprevistos que nos obligan a decidir y a
veces nos exceden, generándonos estrés y ansiedad?
El autor anima a establecer prioridades, a desdramatizar y ver los
inconvenientes de forma positiva, pero recuerda la estrecha
vinculación que existe entre serenidad y felicidad: la persona
feliz, con una vida afectiva equilibrada, mantendrá más
establemente una actitud serena. Para ello se apoya en los últimos
conocimientos de la neurobiología, que aportan pautas certeras
para aprender a vivir con serenidad.