Francisco de Asís descubre en María a la mujer que es madre y discípula por su acogida a quien es la Palabra del Padre, para quien se constituye en Morada y con quien y por quien vive el mandamiento único del amor entero a Dios y entero al prójimo. Siendo madre y discípula, María es, por su misma maternidad, también "maestra" de discipulado mostrando con su vida que lo esencial del seguimiento es creer, esperar, amar y permanecer junto a Jesús hasta el final, obedeciendo al padre en todo.