El autor explora la relación del fundador del Opus Dei con la liturgia, al hilo de su biografía y del contexto del Concilio Vaticano II. Se detiene así a considerar la Misa como corriente trinitaria de amor, y centro y raíz de la vida del cristiano, que debe prolongar su efecto durante toda la jornada.
Para ello, recurre a abundantes citas textuales de san Josemaría y, al hilo de ellas, ofrece un comentario detenido de la Santa Misa.