Una forma valiente de afrontar la paternidad, el amor y el paso del tiempo. El joven Arnljótur decide abandonar su casa, su familia y los paisajes crepusculares cubiertos de lava y líquenes tras la muerte de su madre. Un fuerte lazo les une: el invernadero donde ella cultivaba una extraña variedad de rosa, la rosa candida, y donde él una noche amó a Anna. Su destino, en otro país, en un antiguo monasterio, es recuperar una legendaria rosaleda sumida en el abandono. Inicia así un viaje que es además una búsqueda de sí mismo, de una nueva masculinidad.