La posmodernidad nos está lanzando a un cambio abismal en nuestra manera de ver el mundo y al hombre. No se trata de una revolución más o de un cambio de paradigma o época sino de algo mucho más drástico que va a trastocar todos los valores que se creían inmutables. La idea de Dios no puede escapar a esa necesidad de cambio y está ya envuelta en la misma vorágine.
El cristianismo, que se ha defendido con uñas y dientes contra todo cambio, se ve ahora obligado a dar un salto en el vacío. Para ella el cambio será mucho más difícil, pero también más urgente porque se está jugando su misma subsistencia. Feadulta apuesta por el cambio y por eso se atreve a publicar la atrevida propuesta de Fray Marcos.