El hombre occidental está pasando hoy por una de las crisis
espirituales y morales más complejas de su historia. Y, por otra parte,
el capitalismo, desde su convulsa visión pragmática y materialista, ha
contribuido a vaciar aún más de valores al individuo, a la familia y a la
sociedad. Ante esta situación, ¿qué debe y puede hacer este hombre
éticamente desnortado? Nuestra respuesta es: recuperar los valores
perennes. La estructura íntima del ser humano sigue siendo la misma,
sus aspiraciones y hambre de trascendencia, también. A esos valores,
y a los nuevos que vayan surgiendo y que merezcan la pena, tenemos
que seguir ateniéndonos si, como dice R. Calle, queremos vivir como
auténticas personas y no como homo-animales.