El abandono de la participación en la Eucaristía es sin duda uno de los hechos más visibles del cambio que se ha producido, a tantos niveles, en la vivencia de la fe cristiana entre nosotros. Acercarse un poco a los porqués de este proceso es, sin duda, un buen ejercicio para conocer nuestra realidad y para pensar en cómo se debe plantear el trabajo eclesial en el futuro.