Todos hemos recurrido a la pregunta. Ya sea ante situaciones de enfermedad, pobreza, fracaso o injusticia, en algún momento de la vida de toda persona el misterio del mal se hace patente,
inquiriendo e incomodando, exigiendo una respuesta imposible parala razón.
Tal fue el caso del padre Matthieu Dauchez, un sacerdote francés que, como seminarista, fue enviado a la Fundación ANAK-Tnk, ubicada en Manila. En esta ciudad, muchos niños son abandonados en las calles, expuestos a la pobreza extrema y vulnerables a todo
tipo de violencia. La misión de la fundación es acogerles y ser un apoyo en las necesidades esenciales, que no son, o no sólo, comida y algo de ropa, sino una familia, y lo que toda persona
necesita por encima de todo: amar, y ser amado.
El padre Matthieu nos comparte su mirada sobre los niños de la calle, y nos muestra lo mucho que sus vidas y su pobreza explícita tienen que decir sobre la nuestra, quizás más discreta. Los que más sometidos están al mal nos enseñan, humildemente, con la
sencillez de su alegría, como éste no puede ser explicado ni entendido, pero sí que debe ser respondido.