Elena no cree en el «todo va a salir bien». En los últimos meses se han
encadenado demasiadas situaciones de las que aprietan el corazón, y el
verano en la casa de su abuela es un horizonte poco prometedor. Entre
libros de texto y apuntes, olas y naranjos, en conversaciones con amigos
inesperados, en abrazos y miradas, Elena incumplirá promesas que se había
hecho y las cambiará por otras nuevas, verá la muerte de cerca y se
enamorará de la luz que baila en un atardecer, o sobre la superficie del mar,
o en unos ojos que se atreven. La luz solo atraviesa los muros con grietas.