Este texto subraya la importancia de la dimensión vertical o genealógica de lo humano, hoy tan olvidada. Esta dimensión se vertebra en torno a la familia. No es sorprendente que en una cultura obsesionada con el presente y con la economía del tiempo o de la atención nos hayamos olvidado un poco de nuestra condición diacrónica y de nuestra radicalidad familiar. Asimismo, intenta desbrozar los estudios de familia de varios tics idealistas que, en nuestra opinión, lastran la comprensión de los colectivos humanos y de su proyección en el tiempo.