¿Sabrá dibujar Francisco un mundo nuevo, una Iglesia nueva? ¿Será posible? Al menos, podremos soñarlo, contarlo, pintarlo.
Desde una mirada muy particular, Agustín de la Torre pone luz y color a las palabras del Papa y al grito de la Tierra y sus moradores. El mejor mapa de la tierra de Francisco. El mejor Papamundi. A nuestros pies. En nuestras manos.
¿Y cómo es el papa que nos dibuja Agustín? Un anciano sabio con un toque pícaro y un poco juguetón. Un papa que mira al mundo pero que también lo toca, lo acaricia, lo pin- ta, lo limpia. Se preocupa de los que viven en él, con sus nombres, sus apellidos, sus trazos (aquí también está parte de la magia de las caricatura de Agustín). Un papa que es el portero de la casa de todos, todos, todos. Que se duele con la carcoma de las puertas, con los muros que se caen a pedazos, con las goteras... Que no quiere que nadie quede desahuciado y que aporta soluciones, escuchando a los monetes, que por fin tienen voz y alguien que entiende lo que les pasa.