La personalidad excepcional de Juan Bautista Montini, papa Pablo VI, fue guía firme del Concilio Vaticano II, que llevó felizmente a término. El concilio ecuménico y su realización puede considerarse el mayor éxito de su pontificado. Pablo VI gozó del aplauso del mundo. Fue un papa contra corriente, como sus antecesores y sucesores. El suyo fue un pontificado de unidad, por encima de las percepciones de la prensa y de las contingencias de la historia. Había nacido para sufrir por la Iglesia. Fue un verdadero realizador y de una prodigiosa actividad. Parecía tener prisa en emprender y terminar tareas. Pasará a la historia por la defensa de la vida humana y por la decisión heroica de mantener unidos el afecto y la fecundidad en la vida conyugal. Impulsó el ecumenismo, reformó la liturgia, emprendió con tacto la reforma de la Iglesia.