La oración es un don, un regalo de Dios, que desde la fe se convierte en tarea. En algunos mo-mentos de nuestra vida necesitamos de métodos, técnicas, motivaciones que nos den alas y pies para poder volar y caminar. A pesar de todos los intentos por mejorar, por buscar razones y nue-vas ilusiones, si falta fe, esperanza y amor, es fácil sucumbir al desaliento y a la pelea. Es en-tonces, más que nunca, cuando necesitamos per-severar, no desistir, y, sobre todo, poner los ojos en Dios y creer de verdad que él camina con no-sotros, que renueva nuestros pies y da aliento para llegar a la meta.
Sin Jesús no podemos hacer nada (Jn 15,5). Sin oración, sin un encuentro vivo con él, es posible que no nos abramos a la vida verdadera, a la conversión para amar a Dios con todo el corazón y a los otros como a nosotros mismos.