Yoshimune accede al cargo de sogún y se convierte en la mujer más poderosa
de todo Japón. En sus aposentos privados cuenta con un harén de hombres
traídos de todo el país para su solo disfrute y, por supuesto, para darle una
criatura que herede su título. Porque desde que surgió aquella epidemia que
se ha ido cebando con la población masculina, los varones escasean y su semilla
es un bien preciado por el que las mujeres están dispuestas a pagar. A causa
de su rareza, ellos son criados entre algodones mientras ellas realizan las
labores más arduas, tanto en el campo como en el gobierno. Han transcurrido
décadas desde la aparición de la enfermedad y apenas queda quien recuerde
cómo era el mundo antes. Yoshimune acude al escribano mayor de palacio
para preguntarle por qué las sogunes han de adoptar un nombre masculino
cuando llegan al poder...