Algunos factores centrales de la cultura humana, entre ellos las espiritualidades y las religiones, se encuentran en plena reevaluación como consecuencia del pluralismo social debido a la globalización y los análisis críticos de la cultura moderna. Las neurociencias, en la punta de lanza del progreso científico en las ciencias de la vida, quedan emplazadas a participar en esta reevaluación. El presente texto propone una valoración evolutiva del papel de espiritualidades y religiones, a través de la presentación de su interés adaptativo, su probable inevitabilidad y la importancia de sus aportaciones al lado de la ética o la estética. A partir del análisis de las relaciones cerebro-mente y de los sorprendentes productos a los que da lugar esta compleja estructura, singular si las hay en el animal humano, el texto analiza la naturaleza, las dimensiones, el interés y la variabilidad de las experiencias espirituales y religiosas, así como los indudables beneficios con los que algunas de sus aportaciones enriquecen a sus protagonistas, de acuerdo con los datos y registros de la neurología. Tanto los "espirituales no religiosos", en creciente presencia en Occidente como ya lo eran en Oriente desde la época del budismo o el taoísmo, como las potentes religiosidades hindúes, africanas, judeocristianas o islámicas en robusta expansión mundial, son considerados a la luz de los datos neurocientíficos, hasta donde estos permiten deducir conclusiones fiables.