Durante el reinado del emperador Augusto se pusieron las bases para crear un imaginario social que respaldara el orden político establecido. Esta representación simbólica, reproducida con gran éxito a lo largo de la historia, recibe el nombre de «Edad de Oro», un tiempo feliz y pacífico para todos los hombres.
Cuando en los dos primeros capítulos de su obra el evangelista san Lucas relata el nacimiento de Jesús, no solo tiene como modelo literario los textos de la época imperial romana que fundamentan la Edad de Oro, sino que además los convierte en objeto de su crítica.
Pero el imaginario navideño lucano es mucho más que una sutil denuncia de la política y las estructuras romanas imperiales; de hecho, para los seguidores de Jesús se ha convertido en una propuesta definitiva de paz y de felicidad que tiene como elementos constitutivos la aparición de un nuevo mesías rey y de una nueva sociedad donde es posible establecer también unas relaciones nuevas entre las personas.
La original investigación que desgranan estas páginas se completa con un amplio apéndice de textos bilingües que inspiraron la Edad de Oro romana.