Santa Celia Guerin decía de su esposo San Luis Martín: «Soy muy feliz
siempre a su lado, me hace la vida muy dulce. Mi marido es un hombre
santo, y les deseo uno parecido a todas las mujeres». Si esto puede decirse
de un esposo de la tierra, cuánto más se podrá decir del Esposo celestial. El
Corazón de Jesús es el Santísimo, la segunda persona de la Santísima
Trinidad hecho hombre, que nos ama con corazón de hombre y a su lado se
vive una vida muy dichosa; nos regala vivir con Él intimidad esponsal, y nos
hace desear que todos tengan esta misma intimidad. Recemos unos por
otros pidiendo a María que nos consagremos totalmente al Corazón de
Jesús, que Ella nos haga siervos fieles de tan buen Señor, colaborando en la
extensión de Su Reino y perfectos amigos de Jesucristo, para que en esa
unión de «corazón a Corazón» reparemos las heridas que le han causado
nuestros pecados y los del mundo entero.