En María tenemos un ejemplo admirable de compasión y de salud integral. Pero, además, en ella encontramos a la mejor patrona e intercesora. En este sentido, nada es de extrañar que, desde los primeros siglos de la era cristiana, los creyentes en Jesucristo también la hayan invocado como salud de los enfermos. Por ser madre de Cristo, Salvador de los hombres, y madre de los fieles, socorre con amor a sus hijos cuando se hallan en dificultades.