Nenrod tiembla en el trono de Atlantis el día del fin de la Gran Guerra; tiembla doblemente: por la mezquindad de los hombres, y por las oscuras relegaciones de su creador.
	Os mantendréis firmes ante los días del diablo, reza la cuestión del oscuro filósofo que el valaing citó durante años en sus advertencias, las cuales fueron y son ignoradas, pues aún quedan hombres dispuestos a hacer la guerra pese a que los días más oscuros se ciernen sobre Arzawa.
	Nenrod se enfrentará a múltiples retos: comprender al fin su misión, sin dejar de confiar en esta; guiar a los nuevos héroes; construir las bases de un mundo mejor bajo la Luna Roja; y por supuesto, enfrentar a los demonios más terribles.