"Reverendo, le está usted tocando los bigotes al diablo", me dijo un día un periodista al conocer mis compromisos como teólogo en el terreno de las relaciones entre "ciencia y fe". No andaba muy equivocado... Es verdad que la Iglesia católica ha revisado el asunto Galileo y ha tomado en serio los trabajos de Darwin y sus discípulos sobre la evolución del ser vivo. Pero el creacionismo promueve en el seno del cristianismo corrientes fundamentalistas y concordistas; la gnosis vuelve con la pretensión de hacer de la ciencia una nueva tabla de salvación; la astrología cuenta con el favor de un público que pide seguridades... ¿A qué quedan reducidos los discursos magisteriales de la ciencia y de la religión? Entre tanto, siguen abiertas muchas cuestiones filosóficas y teológicas, de manera especial las relativas al origen del mundo, y a la función del azar y del determinismo. La imagen que el hombre de hoy se hace de sí mismo no queda inmune: la sombra del mono sigue amenazante, y las ciencias del cerebro y de la conducta cuestionan la idea de libertad humana. Es, pues, una buena ocasión para volver a leer el texto del Génesis: "Dios hizo al hombre a su imagen" y abrir de nuevo el dossier "ciencia-fe". Jacques Arnould (1961), dominico, ingeniero agrónomo y doctor en historia de las ciencias y en teología, trabaja en el Centro de Estudios Espaciales francés, como encargado de misión, sobre la dimensión social y cultural de las actividades espaciales. Sobre estos temas, y sobre los relativos a la evolución del viviente, ha publicado ya una docena de libros. Por Los bigotes del Diablo recibió el premio La Bruyère 2004, de la Academia francesa. Traducción de Bernardo Fueyo