La lectura de la Palabra de Dios es un momento fundamental en la celebración de la Eucaristía. Cuando cada domingo nos reunimos como Iglesia y vivimos juntos la proclamación de la Palabra, Jesús se hace presente entre nosotros para impulsar nuestra fidelidad a su camino. Y después de la lectura, la homilía concreta esta fidelidad arraigando la Palabra a la vida de la asamblea.