Ser cristiano no pertenece ante todo al ámbito de las ideas, sino al de la experiencia. El oído, la vista, el gusto, el tacto y el olfato, nuestros cinco sentidos, son los medios de nuestra relación con el mundo y con los demás y de nuestra comunión y comunicación con nuestros semejantes. La relación con Dios es interior; pero Dios es un ser vivo y, como tal, se hace oír, ver, gustar, tocar y sentir o respirar. Catherine Aubin nos ofrece una forma estimulante de descubrir nuestros cinco sentidos espirituales. No se trata de un estudio de psicología experimental, sino de una reflexión sobre la vida cristiana y la oración, rica en símbolos bíblicos y referencias patrísticas.