La vida cristiana es, radicalmente, vida pascual. Vivir cristianamente es actualizar en la propia vida los Misterios de Cristo. La Pascua es el núcleo de la vida eclesial. Todo el dinamismo pastoral y litúrgico de los creyentes y de las comunidades procede de esta fuente que riega abundantemente la historia de la salvación.
Por ello la espiritualidad medular de los cristianos no es otra que la identificación con Cristo muerto, resucitado y glorificado. El bautismo, asumido, nos ha de impulsar a compenetrarnos crecientemente con Él para irradiar con entusiasmo el alcance pujante de la Redención.
No obstante, se comprueba una presencia menguante en las celebraciones pascuales, mientras esos mismos días las calles se llenan de gentes que miran, admiran y aplauden el derroche de Cofradías y Hermandades. Sorprende aún más la reducida asistencia a la Vigilia Pascual, como si fuera una convocatoria para grupos selectos
¿Por qué no celebrar los Misterios de la fe con la intensidad de las primeras comunidades cristianas?
¿Por qué no disfrutar con mayor difusión comunitaria el Misterio del Resucitado? Este libro orienta y estimula.