¿Dónde queda en nuestra vida espacio y tiempo para la oración, para el silencio, para el descanso -el descanso que Dios observó el séptimo día de la creación, el mismo que también mandó santificar a los humanos? Para conseguir un sano equilibrio o para mantenernos en él es necesario, al lado de nuestros quehaceres, pasar una parte de nuestro tiempo en el silencio y el descanso santificados por Dios. La profunda paz de cuerpo, alma y espíritu que se adquiere en la oración de quietud nos libera de los dolorosos impactos que se interponen en nuestro camino y nos acerca más a la raíz y fundamento de la creación, Dios.