En el cristianismo siempre ha habido padres y madres espirituales. Jesús
mismo dedicó tiempo a enseñar a sus discípulos, y los primeros monjes del
desierto solicitaban a un anciano orientación en el camino espiritual.
También desde antiguo se han producido abusos. En ocasiones, las personas
han abierto su corazón a presuntos maestros que, recurriendo a la violencia
psicológica e incluso física, han manipulado las conciencias.
Quien así procede sea sacerdote o laico, hombre o mujer en nada se
parece al padre de una familia de creyentes.
Esta obra esboza la historia del acompañamiento espiritual, precisa sus
formas y analiza sus desviaciones. Apoyándose en la mejor tradición, ayuda
a construir una auténtica relación de paternidad espiritual y a renovar la vida
de la Iglesia.