Cuatro años antes de que Pablo VI proclamara doctora de la Iglesia a santa Teresa de Jesús, el padre
carmelita Tomás Álvarez publicaba en Roma un ensayo sobre la oración teresiana que se convirtió en cita
de obligada referencia en la bibliografía especializada, a la que no ha dejado de enriquecer con sus
múltiples ediciones de las Obras Completas de la santa, sus Cartas, las publicación de Autógrafos y un
largo etcétera de estudios --que han ido apareciendo en la editorial Monte Carmelo, que también dirigió--,
que lo han convertido en uno de los mejores conocedores mundiales de la reformadora.
Pero la perspectiva de Álvarez no es la de un erudito al uso. Como afirma Juan Luis Lorda, autor del
prólogo de la presente edición, el autor aborda el tema desde un enfoque afortunado, ya que lo asume
desde la perspectiva del que quiere aprender, del que busca en la santa no solo un conocimiento, sino
un camino. Prescindiendo del marco histórico y de los grados de oración, el tema queda perfectamente
centrado en la experiencia personal de Teresa, ceñido estrictamente a su prolijo testimonio
autobiográfico, en el convencimiento, como dice Álvarez, de que sus palabras han llegado vivas hasta
nosotros, con sentido para nuestro espíritu, capaces de aferrarnos y comprometernos. Este exhaustivo
recorrido por la experiencia teresiana nos llega con la concisión admirable de quien ha tratado muchas
veces con la santa y puede destacar lo fundamental de cada paso, desde sus años de adolescente hasta
la plenitud mística, pasando por las crisis y los tanteos que la monja relata con una honestidad, cercanía y
audacia literaria desconocidas en su época. Precisamente las abundantes citas textuales han sido
especialmente destacadas en esta cuidadísima entrega de Ediciones Cristiandad, que sin duda rescata un
estudio ejemplar que nos conduce directamente al corazón de la que ha sido reconocida como maestra
de oración de todos los tiempos, si bien los
estudiosos han destacado con frecuencia los estadios místicos de Las Moradas, en detrimento de los
peldaños que ella misma tuvo que subir con paciencia y autocrítica. Tal vez por este motivo, Tomás
Álvarez nos habla de la reflexión de la abulense, y también de su voluntad de enseñar mediante doctrina
segura, pero sobre todo se detiene en la experiencia concreta de Teresa principalmente referida en el
Libro de la vida--, desde su primera crisis por falta de orientación y comunidad, hasta el conflicto agudo
que le sobreviene cuando reconoce la incoherencia de su vida y se cree sinceramente indigna de
continuar. Y es justo a partir de aquí cuando la santa comprenderá que Dios nunca fue el problema,
siempre estuvo presente, y que el trato de amistad mutua entre Él y ella no podía ser sustituido por
ninguna teoría ni abortado por ningún contratiempo.