Puede decirse que la nada existe; pero no que haya la nada. La diferencia
entre la nada que existe y la verdad, bondad, belleza de las que se trata
en este libro es que de estas no se puede decir que existen, sino que las
hay. Verdad, bondad y belleza tienen sus espesores propios cuando nos vamos topando con ellas.
Sin embargo, la nada carece de espesor, por más que nosotros la llenemos de falsos espesores
para tapar su desnudez. Somos nosotros los que vamos cubriendo las desnudeces de la nada,
que existe, pero no la hay, con nuevas y nuevas gasas resplandecientes, encubridoras de su rasa
impudicia, y los que terminamos creyendo en ellas como cosa en propiedad de la nada misma, y
no como producto de nuestras hechuras.