Continuación natural de «Apegos feroces», «La mujer singular y la ciudad»
es un mapa fascinante y emotivo de los ritmos, los encuentros fortuitos y las
amistades siempre cambiantes que conforman la vida en la ciudad, en este
caso Nueva York. Mientras pasea por las calles de Manhattan, de nuevo en
compañía de su madre o sola, Gornick observa lo que ocurre a su alrededor,
interactúa con extraños, intercala anécdotas personales y piezas reflexivas
sobre la amistad, sobre la a menudo irreprimible atracción por la soledad y
sobre qué significa ser una feminista moderna. Estas memorias son el autorretrato
de una mujer que defiende con ferocidad su independencia, y que ha
decidido vivir hasta el final sus conflictos en lugar de sus fantasías.