San Felipe Neri visto con los ojos de san John H. Newman, este es el
atractivo de los dos sermones que ofrece este libro. Un santo que mira a otro
como a su verdadero padre y, al hablarnos de él, nos habla también de sí
mismo como el hijo que ha recibido una preciosa e inmerecida herencia. El
lugar destacadísimo que Newman ocupa hoy en la Iglesia va mucho más allá
de lo que se hubiese podido esperar de un hijo de san Felipe Neri después
del tiempo transcurrido entre ambos. No creo que nadie hubiese podido
esperar que el espíritu del florentino que evangelizó la Roma del siglo XVI
fructificase tanto tiempo después en Birmingham o Londres, ni que lo hiciese
de forma tan original. Cuando Felipe creía ver el fin de su vida no quiso que
quedase nada suyo escrito y quemó cuanto pudo. Newman, por el contrario,
guardó siempre meticulosamente todos sus escritos y a través de ellos
despliega todavía hoy la fecundidad de su caridad. Fragmento del Prólogo
del P. Enrique Santayana Lozano