Durante mucho tiempo nadie creyó que Dios hubiera elegido a esta sencilla mujer para ser la mensajera de la Divina Misericordia. Pasó por momentos de oscuridad, se sintió abandonada de Dios, totalmente sola. Vi a Jesús con sus ojos y habló con El. Tú prepararás el mundo para mi última venida - le dijo. ¿Cómo podría hacerlo? Tuvo visiones místicas del infierno y de su propia canonización. La Iglesia tardó en valorar la importancia de su mensaje, pero finalmente se difundió por todo el mundo, tal y como el Señor quería.