Quien quiera hacerse discípulo de Jesús está llamado a seguirlo como a aquel que pone libremente su vida bajo el signo de la pobreza, de la fragilidad, del deshonor recibido y acogido como parte del designio divino. Este es el itinerario de iniciación trazado por la Primera Carta de Pedro, que nos invita y anima a vivir en la libertad que procede de la fe, como testimonian estas páginas, reflejo de un amor apasionado a la Palabra reveladora de Dios.