Este ensayo teológico y pastoral quiere mover a la reflexión, el diálogo y la acción en torno a la sinodalidad, que no es una moda pasajera, sino una cualidad constitutiva de la Iglesia, un criterio de autenticidad eclesial. Ya no son los clérigos y los religiosos los actores casi exclusivos de la vida y la misión de la Iglesia, sino que es el tiempo del laicado, y estamos aún inmersos en la marea de los múltiples caminos especializados. La nueva conciencia de Iglesia sinodal reclama el protagonismo de todo el Pueblo de Dios, en la responsabilidad compartida de pastores y laicos, y en la complementariedad de ministerios, servicios y carismas. Reclamando la necesidad de un discurso «eclesialmente incorrecto», este ensayo analiza el camino realizado en el proceso sinodal de estos años, denuncia algunos defectos en la forma de concebir la comunión eclesial y propone criterios para seguir imaginando juntos escenarios de una mayor unidad en la misión que todos hemos recibido del Señor.
La verdadera Iglesia sinodal es ahora, el pueblo laico de Dios antes era como si no fuese iglesia, por la falta de sinodalidad laical. Pero ahora llegó la hora del pueblo laico, de la verdadera Iglesia sinolaical, sinouniversal, verdadera comunidad, verdadero pueblo sinodal. Ahora sí que sí, y si no, no hay Iglesia. Nueva Iglesia para los nuevos tiempos, nuevo enfoque para un nuevo entorno, nuevas prácticas e interpretaciones para las nuevas mentalidades y ambiciones. Sí, reinventar la Iglesia al sabor del viento sin norte y al olor del mar revuelto. Que no se use el ancla, la barca debe seguir libremente la corriente, mientras los tripulantes siguen recreando y adaptando en sinodales deliberaciones las rutas posibles y deseables. Cuánto más se mueva la barca y más lejos llegue, mejor. Que vaya sin parar, por el mar sin calmar, y el Señor a la espera de la incondicional entrega, en fe, osadía, fidelidad, valentía, fortaleza y certeza de la verdad y la luz que nos fue regalada en la cruz....
La verdadera sinodalidad eclesial es la sinodalidad verdaderamente sinodal. Sinodalmente hablando, la eclesialidad verdadera es la que manifiesta la catolicidad laical para una laicidad verdaderamente católica.
La verdadera Iglesia sinodal es ahora, el pueblo laico de Dios antes era como si no fuese iglesia, por la falta de sinodalidad laical. Pero ahora llegó la hora del pueblo laico, de la verdadera Iglesia sinolaical, sinouniversal, verdadera comunidad, verdadero pueblo sinodal. Ahora sí que sí, y si no, no hay Iglesia. Nueva Iglesia para los nuevos tiempos, nuevo enfoque para un nuevo entorno, nuevas prácticas e interpretaciones para las nuevas mentalidades y ambiciones. Sí, reinventar la Iglesia al sabor del viento sin norte y al olor del mar revuelto. Que no se use el ancla, la barca debe seguir libremente la corriente, mientras los tripulantes siguen recreando y adaptando en sinodales deliberaciones las rutas posibles y deseables. Cuánto más se mueva la barca y más lejos llegue, mejor. Que vaya sin parar, por el mar sin calmar, y el Señor a la espera de la incondicional entrega, en fe, osadía, fidelidad, valentía, fortaleza y certeza de la verdad y la luz que nos fue regalada en la cruz....
La verdadera sinodalidad eclesial es la sinodalidad verdaderamente sinodal. Sinodalmente hablando, la eclesialidad verdadera es la que manifiesta la catolicidad laical para una laicidad verdaderamente católica.