Todos los seres humanos sufrimos, pero muchos padecen indeciblemente y más de lo que merecen: es la gente sufriente, oprimida, que constituye las tres cuartas partes de la humanidad. A partir de la imagen de Job, el ser humano percibe su propia fragilidad, pero solo cuando acepta confiar en Dios camina hacia la verdad, porque asume sus límites y encuentra los recursos necesarios para afrontar la prueba.