GARCÍA FELGUERA, MARÍA DE LOS SANTOS
Las pinturas de Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682) nunca han perdido el favor del público, pero el artista ha sufrido como pocos los vaivenes de la crítica. Él fue el pintor español mejor conocido fuera de nuestras fronteras hasta principios del siglo XIX, y en 1852 la venta de la Inmaculada de los Venerables (Soult) pulverizó las cifras del mercado artístico. Mientras tanto, en Sevilla los pintores se formaban copiando sus cuadros. La leyenda en torno a un Murillo piadoso y humilde nació cuando todavía estaba vivo y llegó hasta la literatura popular, sobre todo en Francia. Sus obras interesaron a pintores tan distintos como Hogarth, Gainsborough, Reynolds, Wilkie o Delacroix, pero su estrella fue decayendo en la segunda mitad del siglo XIX, empujada por nuevos movimientos artísticos más afines a Velázquez, Goya y El Greco, y por el peso de la identificación de Murillo con lo religioso. Con este estudio ya clásico, publicado por primera vez en 1989, García Felguera abrió una nueva mirada sobre el sevillano y la recepción de sus obras. En palabras de Álvarez Lopera, el suyo es un libro sobre «el proceso que llevó de unas valoraciones a otras, así como la influencia de Murillo en los pintores ingleses y españoles del XVIII y el XIX, el estudio del coleccionismo de sus obras y, muy especialmente, la leyenda del artista y el análisis de la imagen que cada época se forjó de él». Con motivo del cuarto centenario del nacimiento del pintor, La fortuna de Murillo (1682-1900) aparece ahora con nuevas ilustraciones en color y una bibliografía actualizada.