ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE PROFESORES DE LITÚRGIA
Para comprender la identidad de un rito debemos levantar el vuelo. Para un bautizado, el rito es, a la vez, raíz que lo afianza en una tierra fecunda y alas con las que podrá volar hacia el encuentro de los acontecimientos redentores; es también la ocasión que se le brinda de vivir la conversión del tiempo cronológico en auténtico kairós, tiempo teológico, el eco de lo eterno en nuestro tiempo, donde Dios señorea y se mueve con libertad de Redentor y Espíritu santificador.
El Vaticano II invitó a conservar lo substancial del Rito romano en el marco de las legítimas adaptaciones. Parece una afirmación sensata, pero en realidad conlleva no pocos problemas. Hablar de substancia en cuanto a una familia litúrgica, en este caso la romana, nos empuja a una disección casi imposible, ya que el término en cuestión pertenece al ámbito de lo filosófico y, en cambio, el rito es algo muy concreto, histórico y fenoménico. ¿Conseguiremos encontrar lo que el Concilio nos encargó conservar?