El primer gran estudio teológico que publicó
Walter Kasper en 1962, propone un primer
acercamiento a los planteamientos sobre
la transmisión de la tradición, según la
Escuela Romana. Unas ideas, centradas en
el ministerio eclesiástico y que dejan a los
creyentes sin poder participar en el desarrollo
de la doctrina de la Iglesia. La consecuencia
fue una unilateral teología del magisterio que
ha seguido pesando hasta hace poco.